Mejores destinos para viajar solo

Mejores destinos para viajar solo

Un viaje a tu modo, pensado solo para ti, libre de compartir las experiencias y tener en cuenta la opinión del resto… ¿Por qué no? ¿Piensas que es algo egoísta? Para nada. Todos necesitamos en algún momento de un espacio para retraernos, buscar esa tranquilidad tan necesaria que nos ayude a superarnos, a crecer, y a conocernos un poco más. Escápate y vive tu experiencia más genuina con estos fabulosos destinos que te aguardan. ¡Libérate!

Nueva Zelanda: versátil y envolvente

Como una joya resguardada por el océano Pacífico, Nueva Zelanda es todo un culto a la naturaleza y la relajación para sus visitantes. Montañas, áreas termales, playas desiertas, bosques tropicales, valles, volcanes, fiordos, glaciares, ríos…en fin, todo un arsenal de paisajes seductores que vale la pena descubrir por nuestros propios ojos. Considerado como el cuarto país más seguro del mundo, existe también otro ingrediente dentro de la fórmula mágica que nos hace enamorarnos de la “tierra de la gran nube blanca”: sus habitantes. Diáfanos, hospitalarios en extremo, no existe un solo punto de esta geografía donde no podamos regalarnos el comienzo de una bella amistad. Eso sí, cero tecnologías. Intercambia el móvil por una furgoneta y déjate sorprender por los fiordos de Milford Sound, el monte Cook o el Parque Natural Abel Tasman. Explora y piérdete en estas islas con el único afán de encontrarte nuevamente. Nos lo agradecerás.

Irlanda, donde la amistad se respira

Su clima frío y lluvioso es, en realidad, un engaño, una cortina tras la cual se esconde todo un país maravilloso y presto a quedarse para siempre en tu corazón. Irlanda, con sus pubs, sus ovejas y su verde tan característico, también es una tierra donde sus habitantes te tenderán la mano si lo necesitas, te regalarán su hospitalidad y te llenarán de historias y leyendas que, como mínimo, te permitirán ganarle la batalla a esa rutina que te acecha día a día. Si no tienes un plan definido, no importa. En Dublín, la ciudad te guía sola, te permite acceder a un sinfín de calles empedradas donde nunca vivirás la misma experiencia dos veces. Respira el aire de Bram Stroker u Oscar Wilde, inmortaliza los ciervos salvajes del parque Phoenix, embriaga tu espíritu al calor de una conversación y una típica cerveza. Los motivos para reír, despejar y consentirte parecen encontrarse a la orden del día. Aprovéchalos.

La Habana: melancólica y maternal

La Habana: melancólica y maternal

Viajar a La Habana es como recibir un largo abrazo, no sólo por sus temperaturas tan elevadas, sino por esa candidez tan propia de las personas que encuentras a cada paso. Un oficial de policía, un vendedor ambulante, una niña camino a la escuela, una anciana desde un balcón, todos los habitantes parecen haberse puesto de acuerdo secretamente para hacer de tu estancia la mejor de las experiencias. Y lo logran. Caminar por las calles del Casco Histórico, tan roído como místico, guarda un encanto particular que se deja descubrir entre mojitos, sones cubanos, humor desenfadado, sensualidad, y carros antiguos que aún ruedan milagrosamente por las calles. Allá, lejos de la nostalgia, también nos espera el Vedado, moderno y sensual, custodiado por un Malecón Habanero del que es muy difícil desprenderse si nos sorprende la noche al compás de una guitarra y unos buenos amigos.

Tailandia, un mito viviente

La belleza de sus playas y el misticismo de sus monumentos y templos se disputarán tu atención en todo momento, y es que no importa a donde dirijamos nuestras miradas, Tailandia es una invitación permanente a dejar salir ese lado exótico que permanece oculto en nuestros corazones. Un rincón del planeta al que viajar es sencillo, pero despedirse es difícil. Enamórate del templo Wat Tham Sua y sus 1237 escalones, déjate sorprender por las islas Phi Phi, asómbrate en las interminables fiestas de Bangkok, busca, aprende, renuévate… Tailandia tiene todo lo que necesitas, y no se requiere de mucho presupuesto para conocerla. Una gastronomía diferente y seductora, una temperatura que convida a salir con nuestra mochila al hombro y nada más, un pueblo cándido… ¿Qué más se puede pedir? Eso sí, no se te ocurra regresar sin antes haber zambullido tu cuerpo en las paradisiacas aguas de la playa Ao Nang. Puro tesoro.

San Francisco, algo más que puentes

San Francisco, algo más que puentes

En pocas palabras: una ciudad de brazos abiertos para las escapadas de solteros. Así es. Una extensión de tierra global por la que pasan millones de turistas al año, y en la que de seguro, podrás encontrar mucho más que puentes y edificios que se pierden en el cielo. Junto al legendario Golden Gate, tendido sobre el Pacífico, también encontraremos el centro comercial Pier 39, o tal vez la calle California en pleno centro. Pero hay más, mucho más. Cine, música, jardines botánicos, parques naturales, playas, tranvías, la prisión de Alcatraz, las “Painted Ladies”, la propia bahía, ingredientes perfectos que, combinados durante una estancia, sabrán abrir las cerraduras de nuestra admiración y nuestro entusiasmo. Adéntrate en sus barrios, detente ante una puesta de Sol, repleta tu móvil de fotos y momentos inolvidables de los que no podrás desprenderte una vez que regreses a casa. Al año siguiente, querrás volver a por otra dosis de esta magnífica ciudad.

Islandia. Un refugio para el alma

Si hay algo mejor que viajar a un lugar completamente nuevo, es descubrir, una vez en él, que se trata de la mejor decisión que podíamos haber tomado. Eso es precisamente lo que experimentan las personas que deciden refugiarse en Islandia, alejándose del día a día para ponerse en contacto con desiertos magnánimos, montañas y paisajes que la industria cinematográfica no ha tardado en hacer suyos. A saber, Islandia no es solamente uno de los países más seguros del mundo, sino que su verdadero aliciente reside en los valores culturales, la magia de su naturaleza, y esa promesa desde ya cumplida, de encontrarnos en cada instante, una oportunidad para estar a solas con nosotros mismos. Piénsalo. ¿Te imaginas disfrutando de una aurora boreal en vivo y en directo? ¿Qué tal entablar una animada conversación con un habitante local mientras degustas de un fino gravlax, o quizás una exquisita copa de brennivín? Sobran las razones.